Los problemas de gobernabilidad e inseguridad

Editorial
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Chiapas padece problemas sociales con una larga trayectoria histórica de desatención y rezago, que se vienen acentuando en este gobierno. Entre ellos se encuentran los problemas agrarios, de salud, educación, vivienda, justicia, pobreza extrema, desempleo, violencia comunitaria, etc., etc. A esos hay que agregarle los problemas actuales: crisis fiscal, endeudamiento público, restricción del gasto, ineficacia administrativa, corrupción, deficiencia de servicios, desconocimiento, improvisación de funcionarios, ocurrencias, impunidad,  insatisfacción ciudadana, la protesta de la población  migrante estacionada en los municipios fronterizos y la creciente presencia de la delincuencia organizada, que cada vez más se apodera de territorio sustituyendo al Estado.

Los riesgos de gobernabilidad en la entidad no sólo son reales sino que los estamos viviendo a diario.  La cantidad de demandas de la población sobrepasan en mucho a la capacidad de respuesta del gobierno, que incrementa a diario su déficit en la capacidad de respuesta, debido a su falta de operación política y a su ineficiencia en el manejo de los recursos públicos, que tiene paralizada las principales actividades económicas y no atiende con eficacia las demandas campesinas, aún y cuando haya disponibilidad de los recursos federales, a esto se le incorporan las constantes acciones de la delincuencia organizada, que evidencia la falsedad del discurso de un Chiapas seguro.

Los conflictos en los municipios indígenas de Chenalhó, Aldama, Pantelhó, Oxchuc, Chilón, Tila, Pueblo Nuevo y Rincón Chamula, hacen evidente que en el gobierno de Rutilio Escandón existe una grave ausencia del manejo de la situación política, que se complica por la indiferencia gubernamental y la ausencia de un programa de inversión pública en las comunidades, con una lógica de construir gobernabilidad.

Este escenario en la entidad muestra la debilidad de un gobierno, que por su falta de capacidad para construir acuerdos políticos, apuesta a la indiferencia y se desentiende de los brotes de violencia y de inseguridad. En este sentido, el escenario político no puede ser más delicado, en donde se combinan el conflicto social con la crisis económica, todo ello aderezado con un gabinete sin oficio y sin experiencia, que aún no se ha dado cuenta de las dimensiones de los problemas que tiene en jaque a la entidad.

Para mejorar la cara de esta situación, el gobierno requiere mejorar su operación política; tomar la decisión de realizar los cambios de gabinete e incorporar a personas con mayor experiencia y capacidad y realizar inversiones inmediatas tanto en el campo como en las ciudades. El gobierno de Rutilio Escandón ya no puede seguir postergando un ejercicio eficaz del presupuesto público, ni debe continuar beneficiando con las compras y con la asignación de obras a empresas de Tabasco, y menos continuar con la simulación del discurso de la austeridad, en virtud de que Chiapas necesita de la inversión pública.

El desastre político y económico en la entidad, aderezado con el problema de los migrantes que está a punto de desbordarse y de los constantes enfrentamientos entre grupos de la delincuencia organizada representa una amenaza para la seguridad nacional del país, situación que no pasa desapercibida para los organismos internacionales de derechos humanos y para la prensa nacional e internacional, que tienen puesta su atención en Chiapas no solo por la situación de los migrantes sino por las acciones de la delincuencia como las sucedidas en San Cristóbal de Las Casas con los motonetos y por la disputa del control del territorio en Frontera Comalapa.