Menos días

Editorial
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En los gobiernos de Juan Sabines y en lo que va del gobierno de Manuel Velasco se han ejercido más de 600 mil millones de pesos, sin que este presupuesto se haya reflejado en mejores indicadores de bienestar o en beneficios sociales concretos para la población, que justificaran ese gasto. Más bien, la ausencia de proyectos de gobiernos y el despilfarro presupuestal de estos gobiernos, condujo al crecimiento de la pobreza, en un 76.4% de la población chiapaneca , en la que se vienen pagando cuatro millones de pesos diarios a una deuda pública, que no se ha investigado cómo y por qué creció sin control alguno ni en que se invirtieron esos recursos.

 

El presidente Peña Nieto ha visitado más de una decena de veces la entidad y en esas visitas sus mensajes expresan expectativas de mejora en la población. Sin embargo, las reformas estructurales aprobadas en su gobierno, representan un riesgo mayor en el deterioro ambiental en el territorio y esto va a generar una resistencia de las comunidades indígenas, debido a que una serie de proyectos económicos previstos para Chiapas; como son la construcción de dos presas hidroeléctricas y una termoeléctrica; el desarrollo de la explotación minera y la extracción de gas y petróleo, que desde los años setentas del siglo pasado se sabe que existen en gran parte del subsuelo chiapaneco, así como el megaproyecto turístico en Agua Azul, son una amenaza para la cultura y el territorio de los pueblos indios.

Los conflictos en Chiapas están latentes en gran parte del territorio. Hoy día, se viven problemas de gobernabilidad en los municipios de Oxchuc, Tila, Chenalhó, Venustiano Carranza, Ixtapa, Altamirano, Las Margaritas, Bochil, Chanal, Simojovel, El Bosque,  Chilón, Ocosingo, Yajalón, Chicomuselo, Frontera Comalapa y San Cristóbal de las Casas, en donde los gobiernos municipales se encuentran fuertemente impugnados y rebasados.

De igual manera el actual gobierno local, no ha sabido responder económica ni políticamente a los  problemas de la entidad y hoy se vive un presente incierto que agudiza las perspectivas y las condiciones del futuro.

En Chiapas la perversión de lo político es extrema, pues en los primeros tres años de gobierno la preocupación de los funcionarios fue ganar las elecciones y gran parte del presupuesto fue destinados para la obtención del voto; hoy día, en el quinto año de gobierno, la situación social ha empeorado por la crisis financiera, pero la preocupación de los funcionarios sigue siendo la misma que en el inicio del gobierno: obtener el máximo de provecho económico y abrir las posibilidades políticas para el 2018. Estos funcionarios nunca entendieron que lo político es todo el sistema mediante el cual se mueve el ejercicio del poder y la construcción de gobernabilidad democrática.

Esto ha generado una ausencia del quehacer político, que produjo una inacción del gobierno en la toma de decisiones, que alimentó la movilización de los grupos y la protesta social, que tiene en jaque a varias presidencias municipales y al gobierno estatal.

En realidad, este gobierno desperdició la oportunidad de construir y ofertar nuevas condiciones de esperanza para un futuro mejor y actuó con indiferencia ante los problemas sociales de la entidad. Nunca tuvo como preocupación la necesidad del cambio y tampoco envió señales que generaran certezas y no el caos que se percibe en todos lados por la falta de autoridad en la toma de decisiones.