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Expectativas encontradas para Chiapas

Editorial
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El futuro de Chiapas no es nada halagüeño, pues vive condiciones de violencia que generan dificultades de gobernabilidad. De igual manera tiene una crisis financiera ocasionada en parte por el despilfarro presupuestal de los últimos gobiernos y porque la entidad paga 2 mil millones de pesos anuales por una deuda pública que nadie sabe a ciencia cierta porqué y cómo se generó ni en qué se gastó y que resulta necesario que se formé una comisión de la verdad que investigue todo el proceso de autorización de los empréstitos por el Congreso Local, que identifique la ruta del ejercicio de esos recursos, que se determine el impacto económico para Chiapas de esas inversiones y que integre los expedientes en caso de que determine desvíos de recurso, para el fincamiento de responsabilidades a los funcionarios públicos que ocasionaron ese desastre financiero para la entidad.

 

Lo que sorprende es que el vacío de autoridad y ausencia de gobierno, no motive al gobernador electo Rutilio Escandón, a emprender acciones que busque prevenir el desfonde institucional que vive Chiapas y que se encuentra realizando giras en donde no se ofertan ni políticas públicas ni acciones, para atender el cúmulo de problemas que tiene la entidad y que debiera ameritar su intervención.

La gestión de Rutilio Escandón se espera con expectativas encontradas. Por un lado, hay la esperanza de que después de doce años de decisiones desafortunadas, la situación de Chiapas mejore; pero por otro lado, si en el nuevo gabinete aparecen funcionarios del actual gobierno o personas ligadas a la administración de Juan Sabines, como se viene especulando, el malestar y rechazo va a ser manifiesto de inmediato y las reacciones terminarán ocasionando una pérdida de legitimidad, de un gobierno que ya de por sí entra con muchas acotaciones de poder, pues se corre el riesgo que Chiapas se administre desde la capital del país.

Los tiempos del gobierno de Manuel Velasco concluyeron en medio de una tensión social que hereda a la próxima administración, que además va a tener poco margen de operación política, debido a las condiciones sociales, al deterioro del ejercicio del poder que existe, pero también a la distribución presupuestal, que no va a ser de bonanza como lo fue en los últimos 18 años, lo que hace vislumbrar una delicada situación para el 2019 y los años siguientes.

En la entidad, después de doce años de gobiernos que terminan con una deslegitimidad y malestar popular, no resulta fácil que se pueda reconstruir los márgenes de gobernabilidad en los próximos seis años, sobre todo porque lo que camina mal no puede enderezarse de un día para otro, pero es urgente y necesario que en los próximos años se establezcan las bases para construir un nuevo destino para Chiapas, algo que debe tomarse como la más alta responsabilidad del próximo gobierno, quien deberá construir condiciones de una cultura para la paz y la concordia en donde hoy prevalece el caos.