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Oaxaca: Los desplazados por la industria del viento

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Unión Hidalgo –en la región zapoteca de Oaxaca– es uno de los municipios más cotizados por las trasnacionales eólicas. Ahí todo el año hay viento, que se intensifica entre agosto y marzo. Y eso significa ganancias millonarias para la industria, a costa de los pobladores que se ven obligados a abandonar sus comunidades, pues ya no pueden sembrar.

Este municipio produce más de la mitad de los 9 mil megavatios que genera Oaxaca junto con Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León y Jalisco. Según la revista Forbes, hasta 2018 en México la inversión estimada en los parques eólicos era de 18 mil millones de dólares, muy por arriba de otras economías emergentes, como las de Indonesia y Turquía, cada una de las cuales invierte mil 800 millones de dólares en la industria eólica; Chile, con mil 400 millones, y Kenia, con mil 300 millones.

La generación de este tipo de energía renovable es estratégica a escala mundial. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, se prevé que para 2050 costará 44 billones de dólares hacer el cambio al 100% de energías renovables. De ese tamaño es el negocio para las trasnacionales que ya actúan en el Istmo de Tehuantepec.

La invasión eólica

Creado hace 140 años por comunidades zapotecas, en 2014 Unión Hidalgo pasó de un municipio de autoconsumo agrícola a ser uno de los espacios del negocio eólico internacional más cotizados.

Ese año la empresa española Demex construyó un parque eólico en 2 mil hectáreas y ahora la empresa Electricidad de Francia (EDF), a través de la filial mexicana Eólica de Oaxaca, busca cimentar el parque de 4 mil 400 hectáreas Gunaa Sicarú –mujer bonita, en zapoteco– sobre la zona de riego y en el área pegada al mar, la cual, se estima, generará 252 megavatios (MW), el equivalente al consumo de una población de 500 mil habitantes.

En su página en internet EDF explica que el proyecto eólico Gunaa Sicarú tendrá turbinas eólicas suministradas por la firma Siemens-Gamesa y que fue adjudicado a EDF Renewables por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en la segunda subasta de largo plazo.

Óscar Marín, representante de bienes comunales de Unión Hidalgo, afirma que las dos compañías europeas –Demex y EDF– no han respetado las leyes mexicanas e internacionales de instalar los aerogeneradores hasta que se apruebe por asamblea comunitaria. También, porque han puesto las torres de hélices a menos de un kilómetro de las poblaciones, lo que contraviene las normas, según las cuales la distancia mínima debe ser de 2 kilómetros.

Esta cercanía a las casas, así como el impedimento a que continúen sembrando sorgo, maíz y otros productos en sus tierras, es que ha ocasionado el desplazamiento forzado de muchas familias de este municipio y otros más del Istmo de Tehuantepec, advierte la organización Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Prodesc) fundada por Alejandra Ancheita Pagaza, una abogada y defensora de derechos humanos, condecorada en 2014 con el Premio Martin Ennals, el Nobel de los derechos humanos.

Marín señala que no se han cuantificado las familias que han dejado sus tierras afectadas por la instalación de las aerogeneradoras en terrenos comunales, algunas a menos de un kilómetro de colonias, como Los Palmares, algo que está prohibido en los países de origen de las empresas.

“Ha habido desplazamiento muchas veces dentro de la misma población porque algunos de estos aparatos se quedaron a 400 metros de las casas y en la noche no se aguanta el zumbido. Entonces, lo que la gente hace es desplazarse a unos kilómetros de ahí y en el día regresan a trabajar”.

Asegura que las compañías firmaron contratos de renta de las tierras por 30 años a los propietarios e instalaron algunas torres muy cerca de las casas de barrios y pueblos del municipio.

“Imagínese el ruido que provoca eso, puede ser que en el día no moleste porque hay otros ruidos, pero en la noche, cuando ya está quieta la población, todo silencioso, se oye el aspa de los aparatos y no se aguanta. Los que tienen familia en el municipio se van con ellos a dormir y los que no tienen se van a otras poblaciones. Pero no pueden vender sus casas porque nadie quiere vivir en esos lugares.”

El representante de los bienes comunales de Unión Hidalgo precisa que el desplazamiento no sólo es habitacional, sino también territorial, pues los afectados se van a otros terrenos dentro o fuera del municipio.

Prodesc elaboró un estudio sobre el tema en el que apunta que los desplazamientos en Unión Hidalgo empezaron cuando se instalaron las centrales eólicas en escalas nunca vistas.

“Hemos identificado el desplazamiento a consecuencia de las centrales eólicas, refiriéndonos específicamente a la forma de trasladar, sacar a alguien de una posición, hacia otro lado, lugar o espacio, dejando de lado las prácticas sociales, económicas, religiosas, productivas y de reproducción de las formas de vida.”