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Los presidentes y Chiapas

Editorial
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Hoy está nuevamente el presidente Peña Nieto en Chiapas. Es su enésima visita a la entidad, sin que existan resultados palpables del apoyo y trabajo realizado por el presidente en el Estado. La proclamada amistad de Peña Nieto con el gobernador no tuvo los frutos esperados; fue él quien impuso a Manuel Velasco como  gobernador y es a él a quien los chiapanecos le debemos haber tenido al peor gobernante, situación que demuestra que no es cierto que la amistad con el presidente genera en automático el beneficio a la población.

 

Chiapas tiene muchas historias al respecto. Jorge de la Vega con López Portillo, quien en campaña expresó que los chiapanecos le habían quitado a un colaborador y al año de iniciado ese sexenio de la Vega Domínguez fue incorporado como secretario de estado en el gabinete, sin que la entidad haya obtenido, por esta relación, beneficio alguno..

De igual manera se puede mencionar la relación de Patrocinio González con Carlos Salinas de Gortari, en donde Chiapas recibió la mayor cantidad de recursos a través de sedesol en todo el país, y pese a toda esa inversión en la Región de Las Cañadas se consolidó un movimiento armado que estallaría un 1 de enero de 1994.

La relación de Pablo Salazar con Vicente Fox fue extraordinaria. Durante ese gobierno el presupuesto de Chiapas se incrementó en números cerrados de 30 mil a 50 mil millones de pesos; debido en mucho al excedente de los recursos por los ingresos petroleros, en ese sexenio hubieron muchas obras, al punto de construir un discurso triunfalista de ese gobierno que expresaba: Que venga el futuro.

Y en efecto, el inexorable futuro llegó para Chiapas con una cara de desastre, despilfarro, pobreza y endeudamiento, todo ello a pesar de la extraordinaria relación que se estableció entre el presidente Felipe Calderón y el gobernador Juan Sabines Guerrero, quien por los apoyos federales ejerció un presupuesto de 300 mil millones de pesos y dejó endeudado con 40 mil millones de pesos la entidad sin que nadie sepa a ciencia cierta a donde fue destinado todo ese recurso, que canceló posibilidades de mejora a la población chiapaneca.

Lo mismo sucedió con la relación estrecha entre Velasco Coello y Peña Nieto, en el que hubo una inversión superior de los 400 mil millones de pesos sin resultado, y peor aún, pese a los recursos destinados para Chiapas para el combate a la pobreza, ésta creció del 74 al 78%, lo que demuestra el pésimo gobierno  que hubo en la entidad.

A menos de cuatro meses que se instaure el próximo gobierno, el gobernador electo envía una mala señal a la población, el de señalar que a Chiapas le va a ir bien por la amistad que tiene AMLO hacia Chiapas. Ya vimos la amistad y la relación que varios exgobernadores tuvieron con el presidente y la historia de Chiapas no cambió. ¿Por qué tendría que ser diferente ahora? Sobre todo cuando la problemática de la entidad es más profunda, cuando existe una mayor descomposición social y porque el resentimiento acumulado en la población suele estallar en violencia.