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Los riesgos de mayor violencia

Editorial
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El gobierno de Rutilio Escandón necesita oxigenarse urgentemente. A su agobio financiero, la pandemia, crisis de gobernabilidad y las afectaciones de las lluvias en 54 municipios,  con miles de damnificados, se suman otras problemáticas como la pobreza, la inseguridad, la opacidad y la falta de credibilidad hacia el gobierno, situación que complica en demasía las posibilidades del gobernador, para dar respuesta a las demandas y necesidades de la población chiapaneca, por eso resulta más fácil emplear la técnica del avestruz, de ocultar la cabeza y actuar con la indiferencia que caracteriza al gobernador.

Chiapas, de años atrás, viene arrastrando muchos problemas de gobernabilidad, que se acentuaron en la actual administración debido a la inacción política que prevalece en las oficinas públicas. Lo delicado de esta situación, es que una mal empleada política de austeridad, viene generando violencia en muchas comunidades, lo que ha provocado enfrentamientos con muertos y heridos, desplazamientos forzados, asesinatos extrajudiciales de defensores de derechos humanos y todo un clima de inseguridad, que hace poco recomendable el tránsito nocturno en las carreteras, sin  que haya una mínima respuesta gubernamental de mejora de las condiciones de bienestar, lo que significa que los problemas de violencia y de inseguridad continuarán a la alza.

¿Cómo hacer frente a esta difícil situación? Uno, a través de un manejo diferente de una política eficaz y, otra, con la aplicación irrestricta de la ley; lo que permitiría construir nuevos acuerdos políticos y sancionar conductas y delitos que hoy, por los niveles de impunidad, están siendo permitidas.

De continuar con esta dinámica de inacción ante los problemas de gobernabilidad y dificultades económicas con inseguridad, todo estará perdido para Chiapas, pues las actividades turísticas sufren una terrible parálisis y cada vez hace menos rentable la producción agrícola, donde se corre el riesgo que el campo se quede sin condiciones posibles para su reactivación, por la ausencia de inversión pública y de un financiamiento de la banca de desarrollo.

Por eso Chiapas requiere urgentemente de oxigeno y una cirugía mayor. Pero el gobernador no percibe esta situación y tiene puesta la mirada en otro punto de la realidad y permanece convencido que viene realizando un buen gobierno, aunque no hay ninguna obra relevante para presumir a pesar de que ya se realizó un gasto superior a los 180 mil millones de pesos del presupuesto sin resultado alguno. Esto significa que probablemente el gobernador no escucha a nadie y menos interés tiene por escuchar a quienes le puedan comentar los graves problemas que hay en Chiapas.

Rutilio Escandón ya está igual que Manuel Velasco, a quien sus colaboradores no le podían comentar malas noticias o problemas del Estado, para que no se pusiera de mal humor

Bajo estas circunstancias el futuro inmediato es poco halagüeño para Chiapas, sobre todo porque existe una combinación fatal de violencia, inseguridad, desempleo, pobreza, inacción política y una delincuencia organizada que cada vez se posiciona más en distintos territorios de la entidad, en donde los cuerpos policiales se le subordinan e incluso colaboran con ella a la vista de la población. Todo esto viene prefigurando un escenario difícil para Chiapas que hace prever un nuevo estallido social, sin que esto genere la mínima preocupación del gobernador, quien inevitable-mente tendrá que pagar los costos de lo que suceda en el futuro inmediato.