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Si al gobernador le va mal a Chiapas le va peor

Editorial
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Las ausencias de poder de un gobierno están relacionadas con la pérdida de legitimidad política del gobernante, quien al perder los márgenes de gobierno y el respaldo de la población se queda sin posibilidades de construir gobernabilidad. La legitimidad se adquiere a través de dos mecanismos: uno, por el ejercicio del voto popular que otorga una mayoría y la otra forma a partir de la eficacia y eficiencia del gobierno, en el que hay una capacidad para atender las demandas ciudadanas.

En la democracia como en las dictaduras, la legitimidad resulta indispensable para un gobernante y ésta se construye a diario a través de acciones que reciben el apoyo de la población. Esto significa que un gobierno electo democráticamente puede perder legitimidad si no se actúa diligentemente atendiendo las demandas de la población; pero a su vez, los gobiernos de dictadura, que no necesariamente se constituyen a través del voto democrático, pueden construir legitimidad si hay eficacia y eficiencia política. En ambas situaciones la legitimidad es relevante para construir gobierno.

Esto adquiere importancia para el análisis de los resultados de la reciente encuesta publicada por la empresa Arias Consultores, que de ser ciertos, sitúan al gobierno de Rutilio Escandón con 13.4% en su nivel de aceptación, lo que se traduce en una pérdida de legitimidad y que explica la inacción política, y el caos social que existe en Chiapas. Con esta evaluación del desempeño del gobernador, sitúa a Rutilio Escandón en los mismos niveles de aceptación que tuvo el exgobernador Manuel Velasco en el último semestre de su administración, con el agravante de que el actual gobernador de la entidad no concluye aún el cuarto año de su gobierno.  

Los resultados obtenidos en esa encuesta son poco halagüeños para el gobernador de Chiapas: el 89.8 % de los encuestados considera que el gobernador les miente, situación que afecta directamente a la credibilidad del gobernante; pero a su vez, el nivel de confianza de los empresarios a este gobierno es del 12%, aspecto que afecta las posibilidades de inversión y que refleja las consecuencias derivadas por el desorden social que hay en Chiapas; un aspecto que el gobernador Rutilio Escandón presumió recientemente en la realización de la obra pública, al respecto el 79% de los encuestados consideran que se están haciendo mal y sólo el 12.8% dice que está bien; en los servicios de salud el 8.5 dice que está bien frente a un 83.2 que manifiesta que está mal; en el combate a la corrupción, un aspecto en que la 4t se comprometió a combatir, muestra pésimos resultados para Chiapas, que se encuentra en el lugar 32 en el país, en donde el 94.7 % de los encuestados reconoce que está mal; en materia de seguridad, en el que existe una campaña de un Chiapas seguro los resultados también son lamentables, en la percepción del 97.9% de los encuestados se reconoce que está mal y lo preocupante es que Chiapas ocupa el lugar 32 entre las entidades del país.

Durante décadas se ha manejado un discurso político que señala que al gobernador le debe ir bien para que le vaya bien a Chiapas, afirmación que resulta totalmente falsa en virtud de que a Juan Sabines Guerrero y a Manuel Velasco Coello les fue muy bien pero Chiapas fue un desastre. Sin embargo, la frase contraria; si al gobernador le va mal a Chiapas le va muy mal es una verdad inocultable que se vive a diario y que se requiere revertir, debido a que Chiapas no debe continuar en el abandono social que tiene, sobre todo, porque Chiapas representa problemas a la seguridad nacional del país.