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La corrupción y el despilfarro presupuestal

Editorial
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Los últimos gobernadores han mirado a Chiapas como el mejor negocio de su vida. Así fue con Juan Sabines Guerrero, el atraco continuó con Manuel Velasco Coello y así sucede con el gobierno de Rutilio Escandón Cadena, quien paradójicamente en el discurso presume haber acabado con la corrupción,  pero eso forma parte del discurso ficción de este gobierno, quien se mantiene encerrado en un mundo irreal, que no corresponde para nada con la realidad social y política del Estado.

En estos últimos 14 años el presupuesto ejercido en la entidad es de 950 mil millones de pesos, cantidad suficiente para haber transformado el rostro de pobreza y violencia que caracteriza a Chiapas, si este presupuesto se hubiera empleado con la racionalidad, la eficacia, la inversión productiva y el compromiso social de mejora, pero eso  no fue así, debido a que ha prevalecido la corrupción, el despilfarro, la opacidad y la falta de programas y proyectos, en el que se ha terminado gobernando en medio de la indiferencia y las ocurrencias.

Por eso es correcto hablar de dos realidades políticas en Chiapas: la de la gente común y la del gobernador del Estado y sus colaboradores, que viven en la ficción.

La realidad de la gente común es desgarradora, sufre en carne propia las malas decisiones políticas del gobierno, ven cómo cada día se deterioran las relaciones sociales y se profundiza la brecha de desigualdad, que padecen los problemas de inseguridad, que han sufrido la pérdida de un familiar, amigo, vecino o conocido por el coronavirus, pero que las muertes no aparecen en los reportes estadísticos del gobierno, porque esos reportes están llenos de mentiras o se oculta la información, como se oculta el ejercicio del presupuesto, que supera los 200 mil millones de pesos, sin que se conozca en qué y en dónde se invirtieron; como no se sabe en dónde se invirtieron los 300 mil millones de pesos en la administración de Sabines y los 450 mil millones de pesos del gobierno de Manuel Velasco.

La situación real de los problemas de la entidad y no el del mundo ficción en el que se mueven las autoridades, quienes construyeron su propia realidad y no les interesa conocer los problemas de la entidad, obliga a una convocatoria hacia una reflexión colectiva para definir los nuevos rumbos de Chiapas con el fin de mejorar la convivencia y las condiciones de vida de la población, pero esta convocatoria no puede  ser una unidad chiapaneca forzada, en torno del gobernador, pues el en este momento representa la responsabilidad de un mal gobierno y la sumisión y el entreguismo a una política que no responde a los intereses de Chiapas.

Chiapas tiene 14 años de gobiernos desafortunados y de desaciertos en el ejercicio del poder, y el actual gobierno de Rutilio Escandón representa la continuidad de esos malos gobiernos, con lo que se asegura una continuidad de 18 años de gobiernos malogrados, corruptos, frívolos, indiferentes y demagogos.

Desafortunada y lamentablemente la administración de Rutilio Escandón es de anuncios mediáticos, ya sea a través de boletines o de videos sin que se atiendan y resuelvan los problemas que padece la entidad. En el que la población de Chiapas está siendo condenada a no tener futuro, sino solo un pasado trágico que se repite una y otra vez.

El mundo ficción de la burbuja que recubre al gobernador y a su gabinete, contrasta radicalmente con la percepción de muchos sectores de la población que consideran que no se toman decisiones de gobierno y que los problemas se han acrecentado, a punto tal que la violencia, la inseguridad y la violación a derechos humanos, son parte de la normalidad de la vida cotidiana. Situación que sólo podrá modificarse si en las elecciones del 6 de junio se construye una nueva mayoría, que obligue a la actual administración a buscar la negociación y el acuerdo en las decisiones políticas y presupuestales.