Sin cambios de gobierno

La magnitud de los problemas reales de la entidad están por encima del mundo ficción en el que se mueven las autoridades, que se regocijan faltando a la verdad al informar reincidentemente mentiras, situación que obliga, en este proceso electoral del 6 de junio, a una convocatoria hacia una reflexión colectiva para definir los nuevos rumbos de Chiapas, con el fin de mejorar la convivencia y las condiciones de vida de la población, en el que un elemento central de esta convocatoria sea el respeto a la pluralidad política y el rechazo a todo tipo de sumisión y/o entreguismo que ha caracterizado a los políticos y partidos en la entidad.

Chiapas ha vivido los últimos 14 años con gobiernos desafortunados y de desaciertos en el ejercicio del poder, en donde se han derrochado los recursos públicos sin que se haya investigado a los responsables ni exista ningún funcionario sancionado por ese despilfarro, que produjo nuevos ricos, pero ahora se privilegia el discurso de la austeridad, que al igual que el derroche, provoca el crecimiento de la pobreza en la entidad, en el que no se están tomando las medidas adecuadas para enfrentar la inminente crisis económica que se avecina en los próximos meses.

El mundo ficción que recubre al gobernador y a su gabinete, contrasta radicalmente con la percepción de muchos sectores de la población que consideran que no se toman decisiones de gobierno y que los problemas se han acrecentado, a punto tal que la violencia, la inseguridad y la violación a derechos humanos, son parte de la normalidad con la que las personas se acostumbraron a vivir, lo interiorizaron y se encuentran conformes con ese destino.

Sin embargo hay un malestar en la población, que no se puede pasar por alto, como es la creciente falta de generación de empleos, problema que se agudizó con el cierre de miles de negocios ocasionado por la pandemia, en la que el gobierno no quiere invertir en un programa de estímulos para fomentar las actividades agropecuarias y el crecimiento económico, situación que va a terminar profundizando las desigualdades sociales y acrecentando los problemas de gobernabilidad.

Esta situación difícilmente va a cambiar con las elecciones, sobre todo porque no hay nuevas opciones políticas, la contienda electoral se da entre los malos de siempre contra lo peores de ahora, de allí que se corre el riesgo de que los problemas se acentúen, pues no hay estrategias de gobierno y resulta menos comprometedor, continuar actuando con la indiferencia, el abandono, la corrupción, la violencia y la inseguridad, que caracterizó el papel de los últimos gobiernos.