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San Cristóbal una pobre respuesta del Estado

Editorial
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La ciudad de San Cristóbal de Las Casas vivió ayer un clima de violencia que enfrentó a presunto grupo de motonetos con las fuerzas policíacas del Estado, en un contexto que refleja la inoperancia del Estado mexicano, que se propuso como política fundamental combatir las causas que conducen a la delincuencia y con ello publicitó el slogan de abrazos y no balazos.

En Chiapas no se han combatido esas causas, a pesar de los miles de millones de pesos que cada año se destinan en programas sociales a la entidad. Y una muestra del fracaso de esa política se observa en San Cristóbal de Las Casas, que ha visto crecer su población con miles de desplazados de comunidades indígenas que no tienen la atención, y que desconocemos cómo le hacen para sobrevivir, en una ciudad que carece de fuentes de empleo formal.

El descuido y la desatención de muchos conflictos en comunidades indígenas ha creado un caldo de cultivo que le permite a la delincuencia organizada penetrar y desarrollar redes en comunidades y crear una fuerza de tarea con los desplazados en un conjunto de actividades irregulares y de actividades ilícitas, que van del control del ambulantaje y los mercados, el transporte pirata, la invasión y lotificación de predios, los asaltos, la trata y tráfico de migrantes, el narcomenudeo, la venta de armas y constituir, sobre la base de los hechos, un cártel local.

Todo esto se dio a plena luz del día y bajo la complacencia del poder, que inicialmente empleó a estos grupos como fuerza de choque, pero al paso del tiempo surgieron muchas cabezas y liderazgos que se disputan los mercados, el transporte pirata y la invasión de áreas de reserva ecológica, y hoy existe grupos de delincuencia organizada, que disputan el control territorial y provoca enfrentamientos y pánico en la población, en donde el Estado mexicano se convierte en simple espectador.

La demanda urgente es combatir a “Los Motonetos”, pero también se requiere combatir las causas de esta delincuencia y no solo con discursos sino con políticas públicas de prevención del desplazamiento y garantías de retorno a sus comunidades, así apoyos reales que garanticen la supervivencia. A la vez, brindar oportunidades al proyecto de vida de miles de jóvenes hoy sin futuro que se convierten en la fuerza de tarea de la delincuencia organizada.  

Estas preocupaciones no son la preocupación del gobierno estatal ni del gobierno federal, que han dejado solo al gobierno municipal, con el propósito de que se asfixie y provocar el establecimiento de un concejo municipal. Esto significa una disputa entre posturas de poder, que utilizan a grupos de la delincuencia, para provocar disturbios como los sucedidos en los últimos días.